Apreciar la belleza de la mujer es algo fácil y delicioso, especialmente cuando la mujer, consciente o no, pero sin egoísmo, comparte su belleza con los ojos desprevenidos que la admiran.
Yo he tenido la fortuna de poder disfrutar de encuentros desprevenidos con la belleza de la mujer por las calles de muchos países del mundo (empezando por la belleza de las mujeres de mi propio país, Colombia), y en el poema que comparto con ustedes hoy, escrito en la primavera del 2018 después de regresar de un viaje a Brasil, quise plasmar un homenaje a la belleza particular de las mujeres que allí vi, pero dedicado también sin ningún favoritismo a todas las mujeres del mundo cualquiera que sea su nacionalidad.
OH, MUJER BRASILERA
Por las calles de Brasil, había bullicio y color, pero faltaba la música, y el baile también faltó, hasta que te vi llegar, sensual tu ritmo y tu voz, con un dejo de saudade, que realzaba tu expresión, tu piel blanca nacarada, de canela se cubrió, y la cadencia en tu cuerpo, todo el ambiente embrujó, para llenar las miradas, de envidia y admiración, cuando honrando tu belleza, la samba se hizo canción, y me fui con tu recuerdo, sin duda en mi convicción, que tu hermosura merece, toda su reputación.
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